Qué son las comidas feas y por qué son buenas para la salud
Aportamos claves culinarias y científicas para desmontar el mito de la falta de salubridad de aquellos alimentos poco agraciados en su faceta estética, al tiempo que se explican las ventajas que aporta su consumo, tanto en términos económicos como ambientales
En un mundo y un tiempo con tanta adoración por la estética, no resulta del todo sorprendente (aunque sí indignante) que se destine una cantidad gigantesca de alimentos a la basura por su apariencia, y no por estar dañados o en malas condiciones.
Además, esta práctica, más frecuente de lo que nos gustaría reconocer, representa un formidable impacto ambiental y económico.
Para modificar esta realidad, cada vez es más famoso y pujante el movimiento de ¨comida fea¨, que propone nutrir nuestra cesta de la compra con esta clase de productos, al tiempo que se ahorra dinero y de desarrolla un tipo de consumo más sostenible.
En este reportaje se indican las claves que conforman el movimiento “comida fea”, así como las ventajas y desafíos que comporta ingerir esta clase de alimentos. También se exponen algunas de las iniciativas más sugerentes que se están articulando alrededor de esta tendencia.
Datos que ilustran la magnitud del desperdicio alimentario de los ´alimentos feos´
De acuerdo a las cifras elaboradas y facilitadas por la Organización de las Naciones Unidas, un tercio de la producción alimentaria anual que se desarrolla a escala mundial para consumo humano (unos 1.300 millones de toneladas) se pierden o desperdician.
En concreto, se calcula que este desperdicio representa un coste de unos 364.000 millones de euros anuales.
Muy conscientes de la magnitud de este problema y el reto que lleva ligado, la Unión Europea designó el año 2014 como el ¨Año contra el desperdicio de alimentos¨ y además tramitó diferentes medidas para posibilitar su afrontamiento, que hoy día siguen vigentes y en pleno desarrollo.
La fama de los alimentos feos y algunos proyectos interesantes para cambiar su valor
Los denominados ´alimentos feos´ contienen las mismas propiedades nutricionales que el género más atrayente y además son tan sabrosos como estos. Sin embargo, con bastante frecuencia, el consumidor repudia zanahorias retorcidas, manzanas y naranjas abultadas o plátanos de piel negruzca.
En síntesis: estos alimentos no gozan de un aspecto impecable, su tamaño es mínimo, son irregulares o su fecha de caducidad está cercana… Sin embargo, lo más importante, lo verdaderamente relevante, es que se pueden consumir con todas las garantías alimenticias y sanitarias, al tiempo que conservan intactas sus propiedades organolépticas.
Para combatir esta fiebre de despilfarro e ignorancia, el movimiento ¨comida fea¨ congrega a personas que quieren aminorar el desperdicio que muchos ciudadanos cometen con los alimentos que no se ajustan al ideal de belleza.
En esa sintonía, cada vez más, se desarrollan proyectos en los que juegan un papel central esos productos que se desprecian. Gracias a esa clase de iniciativas, que recopilan de manera sistemática esa clase de alimentos rechazados, se fabrican zumos, o se mejora la alimentación del ganado o la producción de biocombustibles.
- En el peor de los casos, esta clase de alimentos finalizan como fertilizante natural o en el contenedor de la basura.
- En el mejor, se destinan a fines solidarios.
Mercamadrid, por ejemplo, uno de los mayores mercados de abastos de toda Europa, dona cientos de lotes de comida poco atractiva por su apariencia, entre ellos frutas y hortalizas, a la Fundación del Banco de Alimentos,una red solidaria que distribuye alimentos a organizaciones que atienden y ayudan a personas y familias pertenecientes a colectivos desfavorecidos.
La referencia francesa como horizonte de mejor aprovechamiento de la comida fea
El agricultor francés Nicolas Chabanne, creador del movimiento Les gueules cassées (Las caras rotas), ha mejorado sustancialmente el posicionamiento de esos productos en el mercado planetario, hasta el punto de que ya ha logrado un millar de socios en todo el mundo.
¿Las claves de ese cambio de calado? Sobre todo, hacer pedagogía y fortalecer la comunicación para posibilitar un cambio de apreciación en relación a esos alimentos.
Por ejemplo, vender una manzana con una etiqueta cuyo logotipo muestra una cara con un solo diente. Gracias a ese indicador, los productores se comprometen a ponerla entre sus alimentos ¨feos¨, en igualdad de condiciones entre sí, con el valor añadido de ofrecer un precio más asequible.
Chabanne, explica, con gran capacidad didáctica, que los alimentos menos atractivos también son de calidad e incluso más baratos:
¨Cuando se ponen manzanas feas al lado de otras muy bonitas, nuestros ojos se fijan antes en las más bonitas¨
De esta manera, se busca combatir la tendencia actual, en la que este agricultor francés constata que es terrible desechar alimentos de buenas cosechas solo porque no se corresponden con las características habituales.
En esa dirección, en Francia se ha modelado una nueva marca les fruits & légumes moches (las frutas y verduras feas). Su objetivo es cambiar la percepción de las frutas y las verduras visualmente poco apetecibles en una línea de productos de marca propia de zumos, cremas y sopas.
Al tiempo que ponen el acento en la importancia de aprender a apreciar la calidad de los alimentos ¨feos¨, tan aptos como los más agraciados para el consumo. En suma, hablamos del desarrollo emergente de una nueva sensibilidad, tanto de la distribución como del propio consumidor, hacia los productos, sobre todo verduras y frutas, con aristas en su aspecto.
Por qué consumir y disfrutar de la belleza oculta de los alimentos poco agraciados
Buscar la belleza oculta de la comida fea, ese es el hilo conductor de un reportaje elaborado por la FAO (La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), sobre los alimentos poco apetecibles desde el punto de vista estético.
Según los datos que brinda esta organización, el 45% de estos productos termina en el cubo de la basura.
No es solo una cuestión medioambiental, es un asunto que tiene importantes implicaciones sociales y nutricionales.